A MATILDE URRUTIA.
Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad, ...hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la interperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.
Octubre de 1959.
Pablo Neruda en "Cien sonetos de amor".
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSircXFwIWYC4dBs_pRyZsQmYh4u7wTzTfniAAmimNdGUPAzanWwPlCn6waEdeidhEvSpI_asy1JvH_SBZ5o462df6wu8HxvGVvhWW7fR9hyphenhyphenfQXH905Gl_bvIhVCLKnxVAGODGAYnS66w/s320/pablo+y+matilde.gif)
Fuente: Cien sonetos de amor. Pablo Neruda. Editorial Losada. Buenos Aires, 1972.
No hay comentarios:
Publicar un comentario