viernes, 25 de noviembre de 2011

DEDICATORIA

Os acercáis de nuevo, figuras vacilantes,
las que otrora pronto a la turbia mirada se mostraron.

¿Pretendo acaso reteneros esta vez?
¿Siento mi corazón todavía a aquella hora inclinado?

¡Os agolpáis! Pues bien, reinad entonces,
así como vais subiendo por mí entre vapores y nieblas;

mi pecho se siente juvenilmente estremecido
ante ese hálito mágico que a vuestro séquito anima.

Con vosotras traéis las imágenes de felices días pasados,
y algunas queridas sombras se levantan;
como una vieja leyenda, ya casi extinguida
reaparecen el primer amor y la amistad primera.
El dolor se renueva; se repite la queja
del alocado y laberíntico curso de la vida,
evocando a los buenos, que por hermosos instantes
de felicidad embaucados, desaparecieron, yéndose lejos de mí.

No escucharán los cánticos que siguen
aquellas almas a quienes canté los primeros.
Disperso está el amistoso corro,
acallado, ¡ay!, el primitivo eco.
Mi canción resuena en la desconocida masa,
su aplauso mismo el corazón me oprime,
y quien se alegrara con mi canción antaño,
si vive aún hoy, por el mundo anda errando.

Me invade una nostalgia largamente olvidada
de aquel apacible y grave reino del espíritu;
y flota entonces con imprecisas notas
mi canción susurrante, como arpa eolia;
un escalofrío me sacude la lágrima va en pos de las lágrimas,
el severo corazón se siente dulce y blando...,
veo lejano aquello que poseo,
y lo perdido se me hace realidad.

Johann Wolfgang Goethe en "FAUSTO". 1808

Fuente: Fausto. Johann Wolfgang Goethe. Editorial Bruguera. Libro clásico~ Serie mayor. Traducción de Pedro Gálvez. España, 1984

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